La parte difícil es la agencia, ese superpoder humano difuso de tomar decisiones significativas, actuar en consecuencia y asumir las repercusiones. Lo llamo Torque de Agencia. Al igual que el torque en física—la fuerza rotacional que realmente mueve la máquina—la agencia proporciona el giro que convierte la capacidad bruta en un progreso real. La habilidad técnica es el motor; la agencia es el convertidor de torque. Sin ella, estás girando las ruedas: rápido, llamativo, pero sin avanzar. Con ella, incluso un talento modesto supera a los genios drones. Contratar por Torque de Agencia significa deshacerse de las listas de verificación de currículums a favor de indagaciones conductuales. Pregunta: “Cuéntame sobre una vez que viste un problema que nadie más vio y lo solucionaste sin que te lo dijeran.” Indaga también sobre la agencia proxy: ¿delegaron inteligentemente, influyendo en otros o en herramientas en su nombre? En servicios compartidos o equipos de desarrollo, esto construye culturas "tranquilas, comprometidas y colectivas" que incorporan la ética y cuestionan las normas, no solo automatizan ciegamente. La IA carece de este torque. Los agentes siguen instrucciones brillantemente pero no pueden establecer objetivos de manera independiente, adaptarse a cisnes negros o sentir el aguijón de la responsabilidad. Son herramientas, no compañeros de equipo—nada cerca de la AGI. Así que contrata humanos con agencia. Entrénalos para que usen la IA como una extensión proxy de su voluntad. El futuro no es reemplazo; es aumento, donde los humanos de alto torque dirigen el barco a través de la niebla de la IA.