La atención solía significar que eras un gran negocio en un pequeño estanque. Se trataba de encajar y ser querido por las personas que veías todos los días. La nueva atención se trata de destacar ante personas que nunca conocerás. Se mide menos por el afecto que por la pura potencia de tu capacidad para entretener y provocar. La reina del baile quería ser admirada, el influencer quiere ser observado.

La mayoría de las personas imaginan la suerte como algo que simplemente te sucede, pero la suerte es más bien una función de la exposición: el número de veces que te pones en situaciones donde algo inesperado puede suceder.

Cuanto más confías en tu memoria para rastrear los bucles abiertos, menos capacidad mental tienes para hacer un trabajo realmente significativo.

Las personas tratan las ideas como a sus hijos. Así que decirle a alguien que su idea está equivocada se siente como un ataque a su descendencia. Pero las ideas no son hijos, son herramientas. Y como cualquier herramienta, deberíamos estar listos para desecharlas cuando encontremos mejores.

Solo somos máquinas, ejecutando programas escritos por deseos que no elegimos.

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Si quieres maximizar tu impacto, no solo acumules conocimiento. Acumula relaciones.

Puedes dar un paso atrás y preguntar: ¿es esto algo que realmente quiero, o solo algo que quiero en este momento? La mayoría de las personas nunca preguntan. Simplemente siguen la atracción, de un deseo a otro, y lo llaman vida. Pero si puedes identificar los hilos, podrías ser capaz de tirar hacia atrás. Incluso solo un poco. Y ese es el comienzo de la libertad.

El deseo es el titiritero, y la razón es la voz del títere. Observa a un niño tratando de convencerte de por qué necesita otra galleta. Los argumentos siempre son creativos, pero la verdadera razón siempre es la misma: quieren la galleta. Los adultos simplemente son más sofisticados al respecto.

Dostoyevski sobre la felicidad