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La biotecnología necesita a sus propios David Sacks
Al reflexionar sobre este último año, una cosa se me ha hecho cada vez más evidente: la biotecnología necesita desesperadamente un defensor público. Alguien capaz de traducir el progreso científico en políticas, coordinar las voces dispersas de la industria en una agenda coherente y enmarcar la biotecnología como una prioridad nacional estratégica en lugar de un campo técnico de nicho. Esta es quizás la mayor debilidad estructural a la que se enfrenta nuestra industria.
Observar el impulso político detrás de la IA y las criptomonedas ha sido frustrante. Estos sectores se han movido rápidamente no solo porque la tecnología avanza, sino porque personas como David Sacks han creado una fuerza central de organización. Han construido una narrativa coherente, movilizado a fundadores e inversores, y centrado los esfuerzos de la industria tecnológica en Washington. La biotecnología no tiene equivalente.
Lo que hace esto aún más frustrante es que la razón que impulsa la urgencia en la política de IA se aplica casi palabra por palabra a la biotecnología: la competencia con China. seguridad nacional. capacidad de fabricación nacional. dependencia estratégica de cadenas de suministro extranjeras. literalmente podrías reemplazar "IA" o "tierras raras" por "biotecnología" en muchas de las órdenes ejecutivas recientes, y la lógica se cumpliría perfectamente. Estas deberían ser razones obvias y bipartidistas para invertir y acelerar el ecosistema biotecnológico. Sin embargo, el caso no se presenta con la misma claridad ni fuerza.
parte del problema es un fallo de relaciones públicas. La mayoría de los responsables políticos no entiende que la biotecnología ≠ la farmacéutica. Las startups biotecnológicas son las innovadoras; La industria farmacéutica es el comprador de innovación. Pero en Washington, estos grupos se confunden. La biotecnología en fase inicial se ve arrastrada a los mismos debates políticos que los incumbentes multimillonarios, y el resultado es predecible: las personas que realmente hacen la innovación no están representadas.
Otro problema es la fragmentación. La IA y las criptomonedas se aceleraron porque la comunidad actuó como un movimiento. Había un centro de gravedad que unía a fundadores, operadores, inversores y responsables políticos. la biotecnología, en cambio, está distribuida entre laboratorios académicos, NIH, la FDA, startups, farmacéuticas, gobiernos estatales y una larga cola de inversores. Las grandes farmacéuticas y las pequeñas biotecnológicas no suelen tener las mismas prioridades e incentivos. No existe un nodo unificador que convierta estas piezas en un todo coherente.
La biotecnología no solo necesita más innovación; Necesita coordinación. Necesita a alguien que pueda articular por qué importa esta industria, defender el caso geopolítico, abogar por la claridad regulatoria y trasladar entre la ciencia y Washington. Necesita a alguien que pueda construir una narrativa en torno a la biotecnología como un activo nacional estratégico en lugar de un campo técnico de nicho. La biotecnología necesita a sus David Sacks: un constructor de movimientos, un defensor de políticas, un arquitecto narrativo. Hasta que alguien asuma ese papel, la industria seguirá produciendo ciencia de clase mundial mientras está muy por debajo de su peso en cultura, política y estrategia nacional.
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