La Prueba de Trabajo clásica demuestra que se realizó un cálculo. La robótica también necesita una Prueba de Trabajo, pero diferente: el trabajo ocurrió en el mundo real. Así que la pregunta central se convierte en: “¿Realmente se realizó el trabajo?” Un robot puede decir que fue a algún lugar. Incluso puede subir registros. Pero los registros son fáciles de falsificar a menos que los ancles a algo más difícil de falsificar: una combinación de datos de sensores, señales de ubicación y atestación a prueba de manipulaciones (para que los datos estén “firmados” por un entorno de ejecución confiable). Aquí es donde la atestación respaldada por hardware (TEEs) se vuelve relevante: confías en que el operador informe honestamente, y también estás trasladando la confianza hacia un tiempo de ejecución medido y verificable que puede probar qué código se ejecutó y qué datos observó, y luego producir un informe criptográfico. En la práctica, esto no será una prueba mágica. Se verá como evidencia apilada: GPS + sensores inerciales + huellas dactilares de cámara/LiDAR + atestación + verificación cruzada (y penalizaciones cuando los informes entren en conflicto). El objetivo es hacer que las mentiras sean lo suficientemente costosas.