Las personas más efectivas que he conocido mantienen un enorme locus de control y una tendencia a interiorizar la culpa. Cuando algo no sale como quieren, analizan a fondo las circunstancias para identificar qué deberían haber hecho de forma diferente o, incluso si actuaron adecuadamente basándose en toda la información disponible, ¿cómo podrían haber conseguido más información o tomado acciones intermedias para extraer más señales que informaran acciones mayores posteriores? No se obsesionan ni ponen excusas. Simplemente aprenden y aplican ese aprendizaje al futuro para no cometer el mismo error dos veces.