En la "Era de la Banca Libre" de 1800, miles de bancos privados emitieron sus propios dólares, cada uno respaldado por reservas desiguales, cotizando con descuentos o primas que reflejaban confianza, no valor nominal. El caos reinó hasta que Estados Unidos estandarizó el dinero más tarde. Las stablecoins son una repetición más limpia. El respaldo no son bonos estatales cuestionables, y la liquidación ocurre en segundos, no en semanas o meses. Todos están respaldados por el mismo denominador, dólares estadounidenses y bonos del Tesoro. Pero tener cientos de stablecoins se parece mucho a un déjà vu. Los emisores competidores, la confianza variable y las fallas ocasionales se han digitalizado y acelerado. El tiempo es un círculo plano.