El problema no es tu teléfono. Es el compromiso de tu cerebro. Estudiamos 1,700 noches de uso del teléfono antes de dormir. No se trata de lo que ves, sino de cuánto capta tu atención. El contenido que capta la atención es lo que está arruinando tu sueño. Solíamos culpar a la luz azul por el mal sueño. Resulta que se trata más de no involucrarse con contenido estimulante antes de dormir.