El juego es una categoría directa. Agrupa actividades que dependen completamente del azar (tragaperras) con actividades en las que la habilidad juega un papel (póker, apuestas deportivas, trading). Me gusta verlo así: • Juegos de azar El azar determina abrumadoramente el resultado, y las decisiones del jugador tienen una influencia insignificante en el valor esperado a largo plazo. • Juegos de habilidad Las decisiones de los jugadores influyen significativamente en los resultados, y la habilidad puede aumentar de forma fiable los rendimientos esperados a largo plazo. Sin embargo, la mayoría de los juegos son mixtos. Contienen tanto un componente de suerte como un componente de habilidad. En juegos donde la aleatoriedad juega casi ningún papel, la verdadera habilidad del jugador se hace evidente muy rápido (ajedrez). En juegos donde la suerte tiene una influencia significativa en los resultados a corto plazo, la varianza domina durante periodos más largos (póker). En ese sentido, la suerte y la habilidad no son solo propiedades del juego en sí, sino que también están entrelazadas con el enfoque de la persona que juega. No se trata tanto de la suerte en el sentido cósmico y más de cómo tu enfoque interactúa con un entorno que es en parte aleatorio y en parte moldeado por tus decisiones. Cuando los resultados difuminan la habilidad y la aleatoriedad, ¿cómo decidimos si nos damos crédito o culpamos al juego? Sin reconocer las sutilezas ni cómo se aborda el "juego", el debate se vuelve binario cuando la realidad es todo lo contrario.