La frecuencia con la que la gente cita el índice de miedo y codicia (y la confianza que expresan al hablar de él) revela mucho sobre su enfoque hacia los mercados. Las preguntas clave que deberían plantearse son qué hizo el precio tras alcanzar valores extremos, si el índice tiene algún poder predictivo para los rendimientos futuros y si realmente ofrece alguna ventaja. Sin embargo, estas son las preguntas que no se hacen. Una forma sencilla de comprobar esto sería retroprobar las señales comunes que la gente promociona, como comprar cuando el índice alcanza ≤10. Sin embargo, la mayoría de la gente nunca se molesta en poner a prueba sus suposiciones. Prefieren creer en lo que encaja con su narrativa. Es casi tragicómico.