El hecho de que existan sistemas políticos que hacen cosas tan bizantinas como esta en lugar de simplemente cobrar un impuesto básico por litro de combustible para compensar los costes medioambientales (o incluso el kilometraje * peso^4 por desgaste) de forma constante sigue frustrándome. Al tener en cuenta las externalidades, la política debería "decir" a los consumidores/mercado qué optimizar (y cuánto importa), no cómo hacerlo. Esto último es más intrusivo y más fácil de manipular.