La mayor parte de la nueva demanda de computación está pasando silenciosamente de personas a agentes de IA. Los equipos de robótica gestionan miles de bots virtuales por fábricas y almacenes antes de un único despliegue físico. Los estudios de videojuegos simulan NPCs con memoria y coordinación a largo plazo en lugar de bots guionizados. Todo esto requiere ciclos de simulación baratos y elásticos, que es donde aparecen las nubes DeAI con GPUs distribuidas. Los humanoides en fábricas o los agentes de oficina dentro de las empresas son solo la superficie visible. Lo que importa es el bucle que hay debajo: simulación, despliegue, retroalimentación, reentrenamiento, repetir... hasta que la red se optimice más para agentes de IA que para usuarios humanos.