La semana pasada en Baltimore, Uber me cobró $85 por un viaje que normalmente cuesta $20. Investigué cómo funciona realmente su modelo de "tarifas dinámicas" y no me gustó lo que aprendí. Así que hoy, después de hacer el check-out de mi hotel en Oklahoma, llamé a Lyft en su lugar y me recogió un tipo llamado Mike. Él conducía una F-150 roja. Era claramente una camioneta de trabajo, llena de herramientas y madera. Me senté en el asiento delantero. "¿Cuánto falta para el aeropuerto?" pregunté. "Quince minutos," dijo. "¿Tienes prisa?" "No realmente," respondí. "¿Y tú?" "Nunca." Mientras nos incorporábamos a la autopista y nos acomodábamos en el carril lento, le pregunté a Mike si era carpintero en la vida real. "Entre otras cosas," dijo. "¿Un hombre de mil oficios?" "Bueno, no sé si eso," dijo. "En los setentas, fui ayudante de fontanero. Luego trabajé un tiempo en el negocio de calefacción y aire acondicionado." "¿Cómo fue eso?" pregunté. "Caliente y frío," dijo. Honestamente, no podía decir si estaba bromeando o no. Su voz tenía un acento clásico del medio oeste, y no había expresión en su rostro mientras miraba por el parabrisas. "Después de eso, comencé con la carpintería. Molduras, luego estructuras. Luego pasé a construir armarios personalizados en casas de gente rica. Aprendí a construir escaleras de caracol y muebles. Me fue bastante bien." "¿Te has retirado ahora?" "No. Ahora construyo casas rodantes." ...