En este día de la historia de 1989, durante una cumbre histórica frente a la costa de Malta, el presidente George Bush y el líder soviético Mijaíl Gorbachov hicieron declaraciones sugiriendo que las tensiones de larga duración en la Guerra Fría están llegando a su fin. Gorbachov fue franco, enfatizando su deseo de mejores relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética para apoyar sus reformas internas. Declaró que los elementos definitorios de la Guerra Fría —carreras armamentísticas, desconfianza y conflicto ideológico— debían quedar atrás. Bush, aunque más reservado, expresó su esperanza de que Estados Unidos y la Unión Soviética pudieran inaugurar una nueva era de cooperación, especialmente para poner fin a la división de Europa. A pesar de la retórica optimista, la cumbre produjo pocos resultados concretos. Ambos líderes acordaron trabajar para lograr un tratado sobre armas nucleares y convencionales para 1990 y planificaron una cumbre de seguimiento para junio de 1990 en Washington, D.C.