Un niño aprende a caminar cayendo. Los fundadores aprenden a construir lanzando cosas que no terminan de funcionar. Los escritores aprenden a escribir produciendo borradores que luego odian. Si fracasas mucho en público y sigues adelante, no puedes aferrarte demasiado a la idea de que eres especial. Te ves obligado a cambiar el ego por la iteración. Ese intercambio resulta ser un buen trato. El ego quiere proteger una autoimagen fija, la iteración quiere mejorar el trabajo. Los proyectos ambiciosos recompensan a estos últimos. Matar tu ego.