No sé casi nada sobre marcas de lujo y estoy insensible a lo que intentan proyectar. Pero por alguna razón, Louis Vuitton en particular me llena de temor: la marca es una manifestación perfecta de un 'lujo' ubicuo, estéril y sin lugar. Cuanta más Louis Vuitton haya en algún sitio, menor es la tasa de fertilidad y la marca tiene la sensación de una especie invasora que toma distancia de articulaciones culturales más específicas y significativas. Me gusta que hayan construido un 'ship to nowhere' como 'experiencia del cliente'. Me consuela pensar que ellos están al tanto de la broma, que quizá podamos tener un poco de ironía autorreflexiva como regalo mientras permanecemos indefinidamente en el purgatorio en este punto final teleológico insustancial.