No he sido bienvenido a la cena de Acción de Gracias de mi familia durante unos cinco años. Eso no es del todo cierto. Hoy tendré la cena de Acción de Gracias con personas a las que quiero mucho. Estaré calculando las porciones de las recetas para dieciséis. Estaré buscando aficionados al fútbol encubiertos para conocer sus opiniones sobre Dak y Mahomes. Abriré una botella, brindaré, sentiré calidez. No veré a mi mamá, a mi hermana ni a sus familias. No he compartido Acción de Gracias con ellos desde antes de la pandemia, y puede que no lo haga en muchas festividades más. Espero poder decir la oración con ellos de nuevo, romper el pan, conocer a mis sobrinos por primera vez, pero no sé cuándo será eso. Las festividades son útiles marcas de puntuación. Salí como trans a mis amigos, los mismos con los que compartiré hoy, en la víspera de Año Nuevo de 2020. Salí a mi familia más cerca de la Pascua del año siguiente. Salí en el trabajo unas semanas antes del Día de los Caídos, que también fue alrededor de cuando algunos de mis familiares comenzaron a hablarme de nuevo. Mis amigos fueron instantáneamente solidarios. El trabajo también. Me siento enormemente agradecido de vivir en California y de trabajar en tecnología, entre las culturas de amor, aceptación y crecimiento que las mejores versiones de ellas traen. Aunque otra razón, creo, es porque mis amigos y el trabajo me ven todos los días. Lo más poderoso que podemos ser es familiar. Es parte de ser familia. Crecí en Texas, pero ya no soy familiar allí. Es más difícil ser trans en Texas que en California. Puedo manejar eso. Algo que se pasa por alto, sin embargo, es que también es más difícil ser familia de una persona trans en Texas. Es difícil sentir que estamos avanzando, porque incluso a medida que más miembros de la familia se reabren a mí, sus comunidades aún les dicen que hacerlo está mal. Hay pocos modelos a seguir trans positivos. Hay más líderes religiosos y noticieros en contra. No hay grupos de apoyo para familiares; solo sermones y titulares. La única forma que conozco para resistir es estar presente y reconstruir lentamente la conexión. Mi mamá y yo dirigimos un equipo de fútbol de fantasía juntos, manteniéndonos conectados cada semana a través de opiniones sobre Dak y Mahomes. El año pasado, por invitación de mi mamá y su esposo, fui a un servicio en su iglesia. Quería que vieran que no necesitaban temer cómo su comunidad me trataría. Me recibieron cálidamente. Hoy, me siento muy agradecido. Siento amor, cuidado y oportunidades, más con cada año que pasa, y aunque construyo mi vida en California, soy cada vez más capaz de estar presente en casa. El servicio religioso con la familia el año pasado fue entre Navidad y Año Nuevo. No logré entrar del todo en las marcas de puntuación de las festividades, pero me colé en su frase appositiva, y se sintió como un progreso.