La razón por la que el trabajo duro es un camino tan fiable hacia un trabajo inteligente es que un sudor suficientemente prolongado se vuelve indistinguible de un experimento controlado. Si haces algo mal cien veces y te mantienes mínimamente consciente de ti mismo, empiezan a surgir patrones. Notas lo que se repite. Notas lo que nunca importa. Notas qué partes duelen más. Esos son los datos en bruto a partir de los cuales se construye el "smarter".