Los mejores fundadores tienen un campo de distorsión de la realidad. Si miras los datos, montar una empresa no tiene sentido. La mayoría fracasan. La mayoría no devuelve la hora. La mayoría terminan en silencio. Pero los fundadores no actúan según los promedios. Asumen que son la excepción y construyen hasta que el mundo está de acuerdo. Ese "delirio" no es un defecto. Es el requisito del trabajo.