Ofrecer a personas menores de 50 años que ganan menos del 700% del nivel federal de pobreza de 1.000 dólares, y a personas mayores de 50 1.500 dólares para contratar planes de seguro que cuestan entre 400 y 700 dólares al mes con una franquicia de 10.000 dólares no es un plan sanitario — es una sentencia de muerte para millones de estadounidenses.