Paso 1: Redefinir cada nación occidental como nada más que un conjunto de reglas abstractas universales de derechos humanos y procedimientos en lugar de una historia, cultura, religión e identidad compartidas. Paso 2: Finge que esto elimina la necesidad de definir qué hace que alguien sea americano, inglés, alemán, canadiense, etc. Paso 3: Etiqueta cualquier intento de definir "el pueblo" como intolerancia. Paso 4: Observa cómo todo el juego de la concha se derrumba en tiempo real porque los tribalistas del Tercer Mundo que has importado no pueden dejar de apuñalar a niños pequeños o estafar el sistema de bienestar social.