El dilema de la juventud no atrapa la vida de una persona. No soporto que la gente pobre tome la iniciativa de encantar al viejo dinero y al determinismo de nacimiento de la segunda generación. Nuestra crítica al neoliberalismo ha alcanzado un punto de inflexión: los problemas estructurales se sobredimensionan, se forma un nuevo fatalismo y la agencia individual se ve aún más privada. La verdad es que el llamado disfrute material, la llamada tolerancia y calma ante grandes escenas son simplemente cosas que se conocen entre sí; las formas de disfrutar que se pueden ver en las redes sociales no son más que esas cosas: restaurantes, ropa, hoteles... No son tan caros como se imagina, y el desencanto real es mucho más rápido de lo que se imagina. Ve y lucha por ello primero, no hace falta quedarte en casa preocupándote por si eres digno o no, de todas formas, así será cuando lo consigas.