Como estudiante de grado, dejé la vía tradicional de economía por una razón sencilla: no estaba aprendiendo mucho sobre cómo funciona realmente la economía en el mundo real. La mayoría de mis compañeros y yo pasábamos el tiempo resolviendo conjuntos abstractos de problemas matemáticos que apenas tenían relación con los problemas económicos que leíamos en las noticias. Cuando amigos ajenos al sector me pedían información incluso sobre las preguntas económicas más simples, me costaba dar buenas respuestas. Me frustraba profundamente. Nunca olvidaré cuando un profesor nos dijo abiertamente que enseñarnos economía del mundo real "no era su trabajo". Me quedé atónito. Sentí como si, sin saberlo, me hubiera apuntado a una carrera diluida en matemáticas aplicadas. Ese momento me impulsó a mirar más allá de los departamentos tradicionales de economía para seguir estudiando y explorar enfoques más interdisciplinarios para entender la economía. Estaré eternamente agradecida de haberlo hecho.