Es un hecho empírico que básicamente todo en nuestra vida cotidiana ha empeorado con los años. La calidad de todo —comida, ropa, entretenimiento, transporte aéreo, carreteras, tráfico, infraestructuras, vivienda, etc.— ha decaído de forma observable. Incluso inventos más recientes —motores de búsqueda, redes sociales, smartphones— han empeorado drásticamente. Esto no es solo una queja cualquiera de "un viejo grita a las nubes". Es cierto. Está pasando. El declive puede medirse. Todo el mundo lo ve. Todo el mundo lo siente. Mientras tanto, los analistas políticos y los presentadores de podcasts (hablando de cosas que están empeorando) se centran en todo y más que en estos problemas prácticos de la vida real que realmente afectan a nuestra calidad de vida.