Cuanto más tiempo permaneces en cripto, más te das cuenta de lo raro que es realmente este juego. Algunas personas consiguen un gran seguimiento y empiezan a actuar como si fueran intocables, como si el público fuera solo una fuente de liquidez a la que pueden recurrir cuando se aburren. Y lo hacen con una sonrisa, como si todo formara parte del entretenimiento. Lo que me molesta ya no es ni siquiera el timaje, sino cómo se burlan abiertamente de las mismas personas que confiaban en ellos. Tíos normales que realmente pensaban que iban con alguien inteligente, hasta que los fumaban y se iban sintiéndose idiotas. Mientras tanto, el influencer se ríe y se reinicia para la siguiente oleada. Es una dinámica retorcida: Los titiriteros bromean, el público se culpa a sí mismo y el ciclo sigue repitiéndose porque nadie quiere creer que nunca estuvieron en igualdad de condiciones.