Londres se convirtió en un centro financiero global al establecer nuevos estándares en estabilidad, confianza e innovación financiera mucho antes que otras naciones. Construyó sistemas fiables para la gestión del dinero, creó mercados transparentes que atrajeron inversión global y estableció marcos legales de los que dependían las empresas internacionales. Combinado con las redes comerciales mundiales del Reino Unido, Londres se convirtió rápidamente en el lugar más seguro y eficiente para recaudar capital y cerrar acuerdos. Hoy en día, el liderazgo de Londres se basa en una profunda liquidez, un ecosistema de servicios legales y profesionales respetado a nivel mundial, y una posición única que conecta los mercados asiático y estadounidense. Sus instituciones apoyan desde la emisión global de bonos hasta derivados complejos, lo que convierte a Londres en un centro para la gestión mundial del riesgo y el movimiento de capital. Pero la blockchain, la tokenización y el dinero programable desafían los cimientos mismos de este modelo: reducen la dependencia de los centros físicos, permiten la liquidación transfronteriza instantánea y trasladan la creación de valor de intermediarios tradicionales a redes y protocolos digitales. Londres ganó liderando la última gran transformación de las finanzas globales, pero podría perder si duda en la siguiente. Otras jurisdicciones compiten con fuerza por los constructores de la infraestructura financiera del mañana, porque el liderazgo será de quienes establezcan las reglas y construyan las vías de los mercados tokenizados. Londres cuenta con la historia, la experiencia y la reputación global para liderar esta transición, pero solo una acción decisiva ahora garantizará que siga siendo el centro de las finanzas globales en la era digital.