El objetivo de Romanos 1:18-32 es demostrar que cualquier cultura que rechace la adoración del Dios verdadero y vivo se vuelve loca. Rechazar a Dios es rechazar la realidad. Rechazar a Dios es rechazar toda verdad, bondad y belleza. Odiar a Dios es amar a la muerte. La idolatría conduce a la inmoralidad y conduce a la desintegración cultural.