En la foto: el hombre negro más obviamente culpable se sale con la suya tras asesinar a una mujer blanca. El notorio maltratador OJ Simpson dejó un rastro de sangre y cabello, tanto de él como de su víctima, en la escena del crimen, en su coche y en su casa. También poseía un par de guantes únicos, de los cuales solo se fabricaron unos pocos cientos, que llevaban ADN y cabello tanto suyo como de la víctima. Un guante fue encontrado en la escena del crimen y el otro en su casa. Este es un nivel de evidencia absurdo. Y aun así, los negros celebraban que él quedara libre.
Este hombre se sorprendió bastante con el veredicto, jaja.
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