Aquí hay una opinión un poco controvertida: no creo que los científicos deban presionar a las personas para que se vacunen, o enojarse cuando se niegan. La medicina siempre debe ser una opción. Al final, las consecuencias, buenas o malas, recaen sobre las personas y sus familias.
Mi bisabuela tuvo siete hijos y tres no pasaron de los 10 años. No había vacunas, ni medicina moderna. La vida era dura y trabajaban en el campo todo el día. Si la gente quiere vivir de esa manera, es su elección. Admito que intimidé a mi papá para que se vacunara, pero solo porque egoístamente necesito que se quede por mi salud mental.
Pero cuando los científicos presionan demasiado, hace que parezca que nos estamos beneficiando y, por supuesto, ¡la gente se vuelve escéptica! Quiero inventar una medicina que la gente está pidiendo conseguir: acampar durante la noche y montar tiendas de campaña como si fuera el nuevo lanzamiento del iPhone o el día de la inauguración en la feria estatal con pastel ilimitado o entradas para el próximo concierto de Coldplay.