Piensa en cómo se forman las creencias. La mayoría de las personas no sostienen opiniones estúpidas por pura malicia, llegan a ellas a través de alguna cadena de razonamiento, experiencias o evidencias que les parecieron lógicas en ese momento. John Stuart Mill lo expresó perfectamente en "Sobre la libertad". El desacuerdo no es solo ruido, es cómo pones a prueba tus propias ideas contra objeciones, disipando errores y manteniendo vivas las verdades en lugar de dejar que se conviertan en dogmas muertos. Si omites ese paso, te quedas con una certeza a medio cocer que se desmorona la primera vez que se desafía de verdad.