La revolución de Zohran Mamdani, en este momento antes de asumir el cargo, tiene dos cualidades definitorias. La primera es la habilidad bien conocida del hombre para construir movimientos. De la nada, se ha convertido en el centro del universo político en Nueva York y ha redefinido lo que es posible en la política estadounidense. La segunda es una cierta sensación de irrealidad: una tensión entre lo que promete que hará y lo que las leyes normales de la física política parecerían permitir. Para nuestra historia de portada, David Freedlander habla con Mamdani sobre su ascenso, el movimiento que lo respalda y los desafíos que se avecinan: