Sin acero ni huesos, se construye una represa de vida; sin entender grandes palabras, se escribe un amor sin límites. Con el sonido de los cascos de caballo se hace resonar el más fuerte eco de la vida, convirtiendo la suavidad en una arca que salva a los demás, completando el más trágico de los gritos en la corriente. El caballo blanco no es solo un animal del año, sino un héroe.