La arrogante y justa indignación de estas mujeres. Creer en la magia despierta la imaginación y creatividad de un niño y fomenta un sentido de asombro y alegría. Desarrollan razonamiento contrafactual y construyen habilidades de pensamiento crítico y deductivo, al tiempo que infunden esperanza y creencia en lo imposible. Creer en Santa, en particular, promueve un comportamiento moral y fomenta tradiciones familiares y lazos. Así que déjalos creer en la magia. Déjalos navegar por el País de Nunca Jamás, y soñar con hadas, dragones y lo sobrenatural. Déjalos creer en Santa o poner su diente debajo de la almohada. Y cuando tus hijos sean adultos, recordarán que fuiste tú quien creó esa magia para ellos, y transmitirán esa belleza a sus propios hijos. Qué gran perjuicio es negar a generaciones un sentido de encanto.