“¿Qué tipo de trabajo estás haciendo?” Esa pregunta me llegó directo durante la cena de Navidad con la familia de mi pareja ayer. Dudé antes de responder: cripto. Cuando llegué a casa, traté de entender por qué no lo dije con orgullo. Por qué me sentí más fácil quedarme en lo vago. La verdad es que 2025 fue un mal año. Muy malo. No hay nada de qué estar orgulloso en términos de números. Cometí errores. Costosos. Pero cuando miro en perspectiva, este año aún importa. Es la primera vez que realmente empecé a escuchar a mi propia alma. Me alejé del 9 a 5. Elegí la incertidumbre. Tomé riesgos. Elegí la libertad sobre la comodidad. Sí, los números en tu cuenta bancaria importan. Pero estoy en una etapa donde mi alma importa más. Necesito una mentalidad diferente para mantenerme cuerdo mientras juego un juego de mayor riesgo. Quizás esa mentalidad es aceptar un alma libre: una vida que sea feliz, intencional e impredecible. Ahora diseño mis propios días. Leo a las 6. Hago yoga a las 10. Brunch con la familia a las 11. Trabajo por la tarde. Cocino la cena. Vuelvo al trabajo hasta las 11. Este año me enseñó a recompensarme por la alineación, no solo por los resultados. Especialmente cuando los resultados están dictados por los mercados y amplificados por el sentimiento negativo. ...