No puedo esperar a pasar un vuelo transatlántico al lado de algún albóndiga sudorosa que decidió hacer ejercicio justo antes de embarcar. Sí, no puedo esperar a pasar 8 horas apretados como sardinas en una lata llena de olor corporal sudoroso y apestoso de primates. ¡La edad de oro de los viajes ha llegado!