De repente tengo una fuerte sensación: en estos años hemos creído que estábamos apostando por el futuro, pero en realidad estábamos cuidando un ariete como si fuera un tesoro. Dicho de manera cruda, el Bitcoin en su momento fue una herramienta poderosa, pero su función se asemeja más a romper las paredes de las finanzas tradicionales. Una vez que la pared se rompe, ¿hacia dónde fluye realmente el capital? No hacia BTC, sino hacia diversos activos tokenizados, donde las acciones, el oro y el dólar estadounidense están brotando en la cadena. En los últimos dos años, cada vez estoy más convencido de que el capital no ha cambiado de opinión, solo ha comenzado a ser más pragmático. Después de todo, ahora incluso los bancos pueden recibir USDT directamente, y las transacciones han sido copiadas a la perfección por instituciones tradicionales. ¿Me vas a hacer arriesgarme a una gran caída y a riesgos regulatorios para invertir todo en un activo que solo tiene un propósito? Mejor es tener activos tokenizados de la realidad que puedan generar ingresos visibles, tener flujo de caja y respaldo. En pocas palabras, la guerra ha terminado. El ariete debe retirarse. La próxima ola de mercado podría ser la tokenización de activos reales, en lugar de seguir apostando por historias mágicas. Lo que más teme el pequeño inversor no es la lentitud, sino seguir mirando a los héroes de la vieja era.