en los negocios hay una diferencia clave entre una cultura sana y una cultura tóxica: la forma en que se concibe el poder. algunos creen que aportar plata les da derecho a poseer personas. eso no es inversión, es mentalidad mafiosa: control, presión, expectativas de obediencia y un vínculo basado en el miedo. el inversor real opera desde otro lugar. entiende que su aporte no compra voluntades, sino que habilita talento. no exige sumisión, exige claridad; no pide obediencia, pide honestidad. invierte para expandir capacidades, no para reemplazar criterios. por eso la diferencia importa: uno construye dependencia; el otro construye autonomía. uno te quiere de rodillas. el otro te quiere de pie. entender esto me parece fundamental a la hora de elegir con quien asociarse.