Esta es una idea horrible — casi por encima de todas sus otras ideas horribles — que tendrá el impacto más inmediato, notable y devastador en la calidad de vida en NYC. Los campamentos de personas sin hogar sin control borrarán el último velo de civilidad al que la ciudad se aferraba. Ya no podremos decir ‘al menos no somos San Francisco’. Va a empeorar, va a empeorar rápido, y va a ser imposible de ignorar.