Algo mágico sucede en el cerebro de un niño antes de dormir. Su memoria se agudiza como un cuchillo alemán. Esta noche, mientras estoy acostando a mi hijo: “Papá, ¿recuerdas hace 6 semanas, 3 días, 11 horas y 52 minutos cuando dijiste que iríamos al parque con la tirolesa? ¿Por qué no hemos ido aún?”