He estado llevando el mismo producto en mi cabeza desde 2003. Cada pocos años intentaba de nuevo, solo para verlo colapsar bajo los límites de la tecnología que existía en ese momento. Siempre funcionaba en un pequeño rincón, nunca en el amplio mundo donde importaba. Este es el primer momento en el que la capacidad subyacente finalmente coincide con la ambición. Las ideas que solían requerir meses de ingeniería para prototipar ahora se generan casi al instante. Un producto que antes estaba limitado a un solo caso de uso ahora puede extenderse a miles sin romperse.