No puedes asumir que un inmigrante dañará tu país simplemente porque proviene de una cultura diferente. Pero si alguien te dice abiertamente el marco en el que vive, entonces puedes juzgar las implicaciones de ese marco. Si una persona dice: “Mi cosmovisión es islámica”, y sabes que esa cosmovisión se basa en una relación de miedo con la autoridad, una teología política que divide el mundo en creyentes e infieles, y una tradición legal que eleva a la ummah por encima del estado-nación, entonces puedes inferir con seguridad cómo se comportará cuando se encuentre dentro de un orden cívico occidental. No estás juzgando a la persona; estás juzgando la arquitectura que los moldeó. Si el sistema se basa en el miedo, la coerción, la identidad colectiva y la supremacía, entonces las personas criadas en él llevarán esos reflejos consigo, inconscientemente. Occidente no tiene el lujo de pretender que los marcos no importan. Las ideas moldean el comportamiento. Las cosmovisiones moldean la lealtad. Y un marco islámico basado en el miedo produce patrones predecibles que ningún país puede permitirse ignorar.