Acaba de ocurrir una situación inesperada, y hasta ahora he vuelto a casa y me he sentado. Mi hija pequeña se golpeó los dientes frontales contra la esquina de la mesa, dos de sus incisivos superiores se inclinaron hacia adentro, aproximadamente 25-30 grados, acompañados de una gran hemorragia. En el instante en que lo vi, mi corazón dio un gran salto. Como era un poco más de las nueve de la noche, las clínicas dentales estaban cerradas. Después de detener la hemorragia de manera simple, decidí ir a la gran hospital cercano a casa para la sala de emergencias. Pasé mucho tiempo esperando, y finalmente el médico llegó. El médico hizo una radiografía y revisó cuidadosamente, y la mala noticia se convirtió en buena, porque se trataba de dientes de leche, y ya estaba cerca de la edad de cambio, se puede dejar como está por ahora, hasta que sea empujado y movido por los dientes permanentes, y luego se extraerá. Si se extraen demasiado pronto, se creará espacio, lo que hará que otros dientes compitan por el lugar, y eso dejará a los dientes permanentes sin espacio, lo que desordenará toda la dentadura. Gracias a que el médico explicó la situación de manera profesional y cuidadosa, también se programó la fecha de la próxima consulta, y el asunto llegó a su fin... La mayor reflexión de todo esto es que poder pasar cada día sano y salvo es realmente una gran suerte. Además, hay un gran hospital a 5-10 minutos en coche de casa, lo que también brinda una sensación de seguridad y tranquilidad; si en el futuro tengo la oportunidad de cambiar de casa, también consideraré este aspecto.