Literalmente, todo el mundo lo vio venir. Trump no pagó a sus contratistas y luego se peleó con su arquitecto porque se negó a respaldar la demanda de Trump de un salón de baile más grande que la Casa Blanca. Hay casi ninguna posibilidad de que DC otorgue permisos para eso. Y esas donaciones corporativas de las que sigue presumiento son solo promesas, no dinero real. Los contribuyentes terminarán pagando de una forma u otra.