La violencia contra las mujeres es un acto contra la libertad. De todos. Un fenómeno intolerable, que sigue afectando y que debe ser combatido sin descanso. En estos años, hemos promulgado leyes muy significativas, endurecido las penas y reforzado las herramientas disponibles, como el “código rojo” y las medidas de prevención. Hemos duplicado los fondos para los centros de atención a las víctimas de violencia y los refugios, potenciado y estructurado el ingreso de libertad, promovido el número 1522, y llevado a cabo actividades innovadoras de educación y sensibilización. Son pasos concretos hacia adelante, pero no nos detenemos aquí. Debemos seguir haciendo, cada día, mucho más. Para proteger, para prevenir, para apoyar. Para construir una Italia en la que ninguna mujer deba sentirse sola, amenazada o no creída. La libertad y la dignidad de las mujeres son un deber del Estado y una responsabilidad de todos.