Cuando evalúas una obra a través de un análisis tanto formal como iconológico y descubres que no se sostiene, es importante decirlo, especialmente cuando el artista es un amigo o colega. La crítica honesta no debería ser antagónica; es parte de una responsabilidad compartida para fortalecer el campo y fomentar obras que sean significativas. Es un acto de respeto hacia tus colegas y, más ampliamente, hacia la humanidad. Apoyar una pieza por lealtad en lugar de por mérito no ayuda a la disciplina. Mantenerse mutuamente a un alto estándar es cómo creamos arte que realmente importa.