Hace más de una década, se pensaba que poner en línea leyes y jurisprudencia permitiría a los no abogados ser razonablemente capaces de aprender derecho y procesos legales, y de conformarse con el conocimiento real en lugar de creencias extrañas y absurdas. La experiencia posterior ha demostrado de forma concluyente que la disponibilidad de estatutos y jurisprudencia en línea ha aportado poco o nada a la comprensión de la ley por parte de los no abogados, y que sueltan tonterías con la absoluta certeza de los fundamentalmente ignorantes.