La IA aún no entiende realmente el mundo porque ha quedado atrapada en texto e imágenes. La verdadera comprensión necesita encarnación. La IA física (robots con sensores táctiles avanzados, control preciso de la fuerza y visión en tiempo real) aprenderá como lo hacen los humanos: pinchar, soltar, empujar y sentir lo que sucede. Millones de ensayos reales enseñan física, posibilidades y causalidad mucho mejor que cualquier simulador o conjunto de datos. El próximo salto en inteligencia no vendrá de modelos de lenguaje más grandes. Vendrá de robots que por fin se ensucien las manos.