El camino más rápido hacia una idea viable no es mediante mejoras incrementales, sino mediante la destrucción deliberada. En lugar de preguntar cómo mejorar tu estrategia, coge tu cuchillo más afilado e identifica todas las formas en que podría colapsar. La ventaja competitiva corresponde a quienes pueden reconocer estos fallos rápidamente, antes de invertir tiempo y recursos significativos en algo condenado desde el principio. El éxito en este proceso exige alfabetización en datos y un escepticismo saludable. En lugar de construir planes elaborados basados en suposiciones no probadas, desarrolla el instinto de preguntarte inmediatamente: ¿qué evidencia podría invalidar completamente mis creencias fundamentales sobre esta idea? Al buscar activamente los datos que te demuestren que estás equivocado, o bien descubres debilidades fatales pronto o, con la misma rapidez, fortaleces tu convicción de que has encontrado algo que realmente merece la pena perseguir.