"El arte, y sobre todo, la música, tiene una función fundamental, que es catalizar la sublimación que puede provocar a través de todos los medios de expresión. Debe apuntar a través de fijaciones que son hitos para atraer hacia una exaltación total en la que el individuo se mezcla, perdiendo su conciencia en una verdad inmediata, rara, enorme y perfecta. Si una obra de arte logra esta empresa, aunque sea por un solo momento, alcanza su objetivo. Esta tremenda verdad no está hecha de objetos, emociones o sensaciones; está más allá de estos, así como la Séptima Sinfonía de Beethoven está más allá de la música. Por eso el arte puede llevar a reinos que la religión aún ocupa para algunas personas."