Imagina que Hamas puede observar un paisaje entero de vecindarios pulverizados, a familias que han sido forzadas a trasladarse de un distrito destruido a otro durante más de un año, y aún así concluir que la prioridad es aferrarse a sus armas porque, en su cálculo, la supervivencia de Gaza es secundaria a preservar su propia narrativa. Ven las imágenes de drones, las calles aplanadas que se extienden por kilómetros, los refugios llenos de personas que han perdido todo, sin embargo, su cálculo permanece congelado, porque admitir la derrota es más insoportable para ellos que ver cómo la Franja se convierte en un desierto. Preferirían permitir que Gaza sea golpeada hasta convertirse en algo irreconocible que pronunciar una sola frase honesta sobre el desastre que sus decisiones trajeron al enclave.